lunes, 31 de mayo de 2010

Con una serie de discursos solemnes la locura hace elogio de la ceguera y demencia, en que se realiza un examen satírico de supersticiones y prácticas piadosas, así como de la necedad de los pedantes.

El ensayo termina con una sincera y sencilla exposición de verdaderos ideales cristianos.

La locura se presenta como una diosa, hija de ebriedad y de ignorancia; entre sus compañeros fieles se encuentran narcisismo, la adulación, el olvido, la pereza, el placer, la locura, la irreflexión, la intemperancia y el sueño profundo.